Dedicatoria

A la mujer que fue mi amor de juventud,
in memoriam:

Su cara, un espejismo
en el desierto
que se disipa
cada hora que corre.
Cuando la evoco,
yo me pregunto:
¿qué fue de nuestro amor?

El olvido pudo,
con alas negras,
nublar nuestros encuentros,
nuestros recuerdos,
nuestros susurros;
mi mente solo guarda
de sus labios murmullos.

No soy el mismo
bajo este sol,
bajo estas noches;
ella tampoco,
bajo el sitio sagrado
en que reposa.

Hálito de su rostro
que la envuelves aún,
transpórtame contigo
para encender imágenes,
hoy apagadas,
con el fuego que me hizo
quererla tanto.

A. Macías Luna
(Derechos de autor)