jueves, 30 de junio de 2011

UNOS OJOS BRUNOS

Aún soy esclavo de unos ojos brunos
que una tarde de abril me abandonaron.
Desollándome el alma en desnudez,
me la extrajeron carniceras manos.

Tras contemplarme fijo su azabache,
el brillo se les fue siguiendo un largo
sendero desde mí hasta el infinito,
y su cuerpo tornose en alabastro.
Sus cuencas negras el dorado albero
las atiborra con hermosos diásporos.

Aún me desvelan pesadillas torvas,
me hacen ver que vivo encadenado.
Al despuntar el día, dos preseas
me hacen ser su más férvido lacayo.

A. Macías Luna
(Derechos de autor)